TÚ
Nunca diré tu nombre
Tampoco tu muerte
Tu enfermedad
Tu forma de
supervivencia
Tu forma de escapar
de
a quien no amabas
te permitiste amar
a quien dabas y no
dabas permiso
para... amarte.
Tú y aquellos vómitos en los cutres espacios
de sabores agrios,
de rastreras monedas
que nunca fueron
lo suficiente para vivir
sin mendigar o vender
tu cuerpo, pero...
¡nunca tu dignidad!
por más que te
escupan
o renieguen, no...
No nunca diré,
que te hubiese
gustado pasear,
por la Rambla
agarrado de la mano,
pasear a tu amor sin
miedo
a la piedra salida de
cualquier
mano sin dignidad,
esa que de noche te
busca
en las esquinas y
luego
se santigua en la
claridad.
Tú querrías poner los besos
en cualquier rayo del
sol
caminar haciendo
guiños a las tormentas,
besar su sien entre
luna y Estrella.
¡No!
Nunca diré tu sexo,
¿A quién le importa?
Y te recordaré
siempre desde la esquina a mi puerta,
con el plante
de un galán,
calle ramplona con
los ojos entre persianas,
y diferente a la
cosmopolita Barcelona ¡diferente!
en casi todo, en casi
na...
La gente es buena o
mala ruin
en cualquier pueblo o
ciudad y tú
tú te fuiste solo y
en la soledad más grande
de la tierra,
solo sin decir que
aquellos vómitos
te traerían tu
enfermedad,
que las babas
arrabaleras de quien pagaba
por placer sin cama
con nocturnidad los
eternos enfermos
de nobles de familias
con altar
hasta su mortandad.
Te recordaré siempre abriendo
alas a mi
imaginación,
volando como
golondrinas
en mi balcón,
y la infamia de no
poder hablar
las infamias en
soledad.
29.6.2014/20
Carmen Hernández Rey
©®autora extremeña
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