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Mostrando entradas de noviembre 30, 2013

A VECES... poesía intimista

A VECES...   “…A veces soy el altar de la luna a veces arena pobre con sombras…” (León Gieco)   A veces soy presa de todas las palabras,    es mi boca botín de ofrendas sentimientos escondidos a veces soy… soy un plagio de mí misma y quedo en el sagrario de la luz haciéndome sol fémina y soy ella   A veces, soy…   Raptada por mis sueños   vulnerada sombra y retenido trofeo voz silenciada de los pastoriles campos reptadores de Eurídice a veces   Mi voz es…   Juez y parte de esos miedos injustos peldaños y tristes recovecos de mis sueños escapando de los brazos de titanes marinos alejando a la arena de ellos.   A veces vuelo sin vela ni timón rumbo a las cimas de puntillas en las olas rugiendo el viento dispuesta a virar dentro de mi corazón luz menguante guadaña en pecho   mástil que despide a la creciente luna nueva en puerto   A veces mi corazó

EN MI CRISTAL... poesia intimista

EN MI CRISTAL las gotas de agua, una a una van... se hacen milicia   mil en el cristalino del ventanal y todas insubordinadas revolotean ajenas a cualquier códigos, ajenas a todo, transparentes marcan camino en un trayecto impoluto, se dejan escanear en comitiva por el cristal de mis ojos.     Absorta pierdo la noción del tiempo y quedo como ellas esperando en el alfeizar un tobogán para bajar lo más rápido, en la espera de ver aquel espacio de río o mar que en ellas se acercan esta tarde a mi ventana.   Ni siquiera cogen la forma o el color de transporte que las devuelven, no ellas indefinidas bailotean libres en la retahílas y en la forma de esa lágrima... ¡Son tan idénticas! Lágrimas de nubes cortinas de plata, brisas que la vuelan, vuelan... vuelan ágiles como diciendo ¡Ahí, te quedas!   Cierro mis ojos, y las escucho, deslizarse, mientras me embarga ese deseo de toca

SIN DECIR PALABRAS... poesía libertaria

SIN DECIR PALABRAS En memoria de cada una de las mujeres que murieron detrás de las cuerdas   Hay, silencio fértil en abundantes afectos y, hay palabras, que suena en la oquedad yerma del pulso que nos ponen detrás de las cuerdas, porque nos impide dilatarnos hacer que el corazón siga su ritmo, rompe a su bombeo natural y enjaula a su sangre detrás del torrente que no cesa, en números y estadísticas... matan el lapso en vena.   Cada una de las mujeres caída en el camino, hacen una barrera, una línea infructífera cortan los caminos que nos reconcilie con quien no nos nombran.   Y detrás de cada cuerda, hay un desboque de millones de neuronas haciendo sus revueltas... el verde tiñe a nuestras miradas de malva y abre el cerrojo donde la muralla nos sobrecoge, las malditas alambres concertinas que rasga a nuestros vientres, nos tira enredadas en ellas. ¡Hay silencios! Que no dicen pal