
Son casi siempre de a una;
de a dos también aunque se pierdan
de a una porque,...
y...
siempre hay un mayor
y menor perdedor.
Las huestes innecesarias
entre uno y dos son,
porque ¿bajo qué diluvio de lágrimas
las nubes nos llovió,
cuales fueron los orígenes
de sus manantíos,
el por qué del negro su verdor?
Las batallas no se maduran
en manos de a dos...
obtusamente se pierden
en campos y aprecio de
falso postor,
bajo banderas de verdades
y mástil de vil mentira
las pestilencias
de un honor y de una para dos
en amalgamas de color
en la necedad bicolor.
Importa ya ¡nada!
menos que nada
nada lo de una a dos,
y de dos quedó
a una
Las batallas que no son
12.10.2019
Carmen Hernández Rey
©®autora extremeña
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