Amor de mis entrañas, viva muerte,
en vano espero tu
palabra escrita
y pienso, con la flor
que se marchita,
que si vivo sin mí
quiero perderte.
El aire es inmortal. La piedra inerte
ni conoce la sombra
ni la evita.
Corazón interior no
necesita
la miel helada que la
luna vierte.
Pero yo te sufrí. Rasgué mis venas,
tigre y paloma, sobre
tu cintura
en duelo de mordiscos
y azucenas.
Llena pues de palabras mi locura
o déjame vivir en mi
serena
noche del alma para
siempre oscura.
Federico García Lorca.
AMANECIDA
No era, no fue nunca la noche
ni brilló al alba,
tú cuerpo enmudeció entre el cosmos
donde la poesía habita,
tus ojos cerrados con pólvora
y plomo huyeron del horror
de aquella vida muerta
en la cobardía de quienes a la libertad
tiene miedo.
17.08.2019
Carmen Hernández Rey
©® autora extremeña
Comentarios
Publicar un comentario