TEMEN
Los galgos a febrero
tanto como a la
voz de sus dueños,
esos que les
silban como un rayo
en la tormenta,
los mismos que
le ponen dd collar
un palo de
hueso para que no coman
las presas
¡Que ninguno
ose, morder la piel
de la liebre!
Que la culata para disparar
nada pesa,
y las ramas de
los olivos saben de muchas
horcas de galgos a manos
del tirano.
Temen a febrero
“el loco” y ellos
los pobres
galgos tan mansos
no son visores
de quienes les tienen
como ganancia en
una injuriosa
reala de perros
que a pocos importa
que sean
utilizados hasta que los pulmones
salgan con espumas
por sus
lenguas.
Temen y temen
nl ser aptos
temen no dar la
talla en carreras,
ni ser más
listos y rápidos que una
liebre
¡Ojú! Qué pena
que la Ley
no tengan
justicia de la buena.
18.02.2019
Carmen Hernández Rey
©®autora extremeña
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