CANSANCIO

No sé porque me
sucede siempre...
cuánto más
cansada físicamente estoy,
más ágil va mi mente,
y más lento viene
el sueño.
Cuento ovejas,
hago bueno ese
dicho y...
todas escurren
el bulto,
saltan las
vallas de mi frente, balan y respingan
felices de no estar atrapadas y concatenadas
en ese sin sentido
del cuento de
“sueños y ovejas”
-Me pregunto- ¿por qué deben ser ovejas y no lobos,
gallos, gallinas o cerdos? con tantos como hay
alrededor sería
¡creo! lo más correcto y aburrido,
y sobre todo no
olvidaríamos sus caras y nombres.
Y, así en estas
amnistías me voy por “los cerros de Úbeda”
embotada
de recuerdos,
de tantas
vallas saltadas sin miedo. revoloteando
la forja en punta
de lanza, para
ahorrarme un buen
trecho.
o de las
alambradas que por debajo
las pasaba como
un sabueso.
Cierro los ojos
y el ayer pasa en flash
las faldas
plisadas y los zapatos
de charol
negro,
el pelo en
cocas y el flequillo
metido hasta
las trancas en los ojos,
y el remilgo de
saltar salvaguardando
que nadie vea
¡ni un pelo!
Ahí voy
subiendo los diminutos escalones
de aquel techo abovedado y encalado
del Caño Valdequemao
donde “bestias
y menos bestias”
compartíamos el frescor en las tardes
de loco verano.
¡Dormir,
dormir! en aquel tiempo
no era
tropiezo, sino más bien pasar
las horas y en un letal sueño
en un pasar el
tiempo igual que un verbo.
7.02.2019
Carmen
Hernández Rey
®©autora extremeña
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