Todas tienen un
pueblo,
o el pueblo una o varias fuentes,
y las fuentes grandes nombres,
como la Fuente la Negra,
puede que fuese por su color
de piedra o puede que sea porque
Almendralejo tuvo su
devaneo
con la esclavitud ¡quien lo dijera!
¿No?
Hay Fuente hermosas en
la lejanía
aunque de cerca pierdan majestuosidad
como la de atreví
para mi gusto encajonada
y pequeña.
Hay fuente de lujo
talladas
en blancas piedras
dignas de fotos,
selfies
y parafernalias del
viajero sin rumbo..
Pero las fuentes de
agua,
las de la buena agua
son
fuentes las aptas para quitar el polvo
y la sed de camino
el consumo, agua para
llenar cántaros
agua fresca para el hogar,
para lavar cacharros
de cocina,
y en los palos burros,
cántaros
y botijos, ellos sediento del chorro
del agua en la fuente
rodillas encaramadas
en brocal,
así bebíamos de
chiquininas
para quitarnos la sed de las jácaras
saltando y brincando
en la plaza de España, y de mirón
aquel quiosco de
hierro
esperando eternamente a los tambores,
platillos, guitarras
y trompetas
fuentes con nombres
propios
que hoy dormitan sus glorias
y sueñan con ser otra vez el lugar
donde niños y jovenzuelas pedían
la vez para tocar su metal con imágenes
mojarnos con sus
chorros
de agua limpia y fresca.
Y, hay otras que sin
segundos ya…
sin día ya ahora
siguen sin remanso
intranquilas con sus
flash y palos
y selfies la condena
a ser el gurú para hacerles dar otra
vuelta a la ciudad.
Hay... hay
¡Ay!
Recuerdos que son los
tesoros
a no olvidar.
a no dejar de recorrer mi corral,
abrir la tranca de la puerta
falsa
para coger el agua de
mi caño
de Valdequemao.
¡Quien pudiera! Ser
otra vez la niña
que subía sus escalones y saltaba
en la bóveda encalada de cal,
en lo alto soñar
tumbada que el mundo
y con los ojitos
cerrado allá me fuera,
a llenar…
los cántaros y el
piche de barro
ellos que siguen
vacios en mi alma
8.8.2018
Carmen Hernández Rey
©®autora extremeña
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