
El peso de mi alma...
¿Quien la pesó?
Quimeras dicen,
veintiún gramos
pesa...
¿Quién equilibró la
balanza?
Quimeras científicas,
bordean mis mareas
ponen nombre y gramos
a mis paranoias,
se cuelan por mis
neuras
vomitan en mis
recovecos
dejan sus granos...
Y no son de pimienta,
ni mostaza, no...
son granos de súper
inteligencia,
quimeras de físicos,
con nombre de
onomatopeya
de rotura, de algo
que se rompe
¡crick-crack...!
Ahora sé cuánto
pesa...
Mi alma no es una
quimera
de física, mi alma no
pesa
diez gramos de
especia,
ni es espacial,
ni especial,
ni parcial
ni inocua...
Mi alma, siente.
frío y calor,
siente mareo y
náuseas...
¿Biología, científicos,
premios Nobel de la
ciencia
cuánticas?
¿Cuánto pesa un
cerebro
cuando le quitan los
sentimientos?
Quimeras, quimeras, quimeras...
¡Ah! Pobre
tridimensionalidad
en mi ADN, en sus
dobles hélices
...QUIMERAS...
¿Quien dice que hoy mi alma
pesa eso, unos granos
de pimienta, y mi
cerebro es
irrelevante...?
¡Por favor, venga! y
quiten
por lo menos esos
gramos
de memoria, que hacen
que mi alma pese
como un elefante
de la selva negra...
Creo, creo que no es
quimera
que entró a galope,
haciendo bueno a
aquel dicho
"Como elefante
dentro
una cacharrería"
quien sabe cuánto
pesa
un alma,
-pero no cualquiera-
La mía,
¡por supuesto!
Es la que arde, y hoy
pesa más de la
cuenta.
27.1.2014
Carmen Hernández Rey
©® autora extremeña
todos los derechos de
autora.
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