LA CIUDAD DEL SILENCIO

Pateada con dolor en ese terrible
misterio, te hacen parecer un lugar
menos incierto, más humano o quizás
lo más parecido a lo que se pudiera
exigir para los restos.
Es verdad que solo hay frías lápidas,
con adornos de bella dama, cuando
no muestra un rostro de desolación
o aquel sufriente eterno de la cruz
perenne.
Quién se atrevería a poner de verdad
en eso improvisados altares,
unas luces de neón,
una pequeña barra con gin-tonic
especiadas al más estilo europeo.
¿Por qué no aquellos cigarros o puros,
la guitarra, o los pinceles
el mandil de repostería
o simplemente aquel volante díscolo
que se quedó sin el motor cuando rompió
el asfalto y la vida?
Sí deberían estar adornados esos campos
con algo más que el trabajo de las floristas,
una máquina de escribir,
un ordenador,
una playstation con armas letales
para muñecos,
y… sí mejor ese móvil con todos sus elementos
Facebook, WhatsApp y Messenger,
todos los email de mundo mundial
y espiritual.
¿Quién
nos dice que solo están esperando
la
ocasión para mensajearnos lo que no dijeron?
¿Por
qué, por qué son tan aburridos las ciudades
del
silencio, es así como queremos estar una vez
ahí
viviendo muertos?
¿Para
cuándo una pluma, un libro, interactuar
con
ellos?
1.10.2017
Carmen Hernández Rey
©®autora extremeña
todos los derechos de autora
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