ESQUINA DE LUJAN

LUJÁN, ESQUINA DE PIBES

-sin cielo-

 

Luján es esquina y camino
hacia un infierno llamado cielo,
un fervor que se oscurece en las tinieblas
de una ostentación maldita
en la necedad de las ofrenda a quienes
ya murieron, o no existieron

y, en la esquina del colosal atrio el descomunal

asiento, hay unos pibes que viven mendigado,

no solo monedas o alimento, sino aprecio
por encima de tantos desprecios,
dignidad delante de tanta vida digna

llena de desprecios,

maldita vida que nunca regalos exigieron,

de mano de un dios con boca de puerco,

cerrada a cal y canto en todo lo bueno

sin vilipendios.

Niños y niñas que dignifican a un metro cuadrado, sentados perplejos miran desde su esquina el despreció,

el asombro y es estupor de tanto, tanto niño y niñas desprotegidos si ahí es lugar para hacer milagros.

Esquina de pibes, absorbiendo el inmundo trato

y desprecios, a los pies de unas puertas expendedora

de salud, protección de autos y casas con llaves

en manos;

vendedores con arpegios de agua inmunda de una obscena casta de ladrones en templos,

nocivos  cuatreros de vidas, almas y cuerpos
pócimas de agua bendita en plástico veneno.

 
¿Por qué, hay niños dignos e indignos, con salud y familia

sin síndromes, como los que en la esquina de todas las plazas

o calles soportan la mirada de la maldita acondroplasia,

ojos que miran y lo hacen tuertos?

¡Raros, raros! y en sus pechos una alfiler en pecho,

vidas en calles miradas de museos… bufones o circo son en una esquina de Lujan, donde se sigue creyendo que hay

un dios o virgen justo y mientras ellos pisan suelo sagrado

en la esquina hay niños pequeños muriendo de hambre, desidia, animadversión y asco.

13.8.2017
Carmen Hernández Rey
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