- en
la sala de cualquier dentista, la espera se hace maquiavélica-
LOS
VERSOS
También
saben
de
paladar, y metal rasgando
su
hemisferio mitad de mitades
mitad
cielo
mitad
nube,
mitad
arco
mitad
bóveda cual caja de resonancia
y
regusto.
Definitivamente,
los versos se aromatizan
de
cualquier metáfora,
incluso
del metal que rasga
y
contradice,
que
hace tediosa a esta espera
de
ver fuera a las aséptica y anodinas
batas.
Las
letras juegan con los cielos abombados
abiertos
o no,
aunque
no se crean estar a mitad
de
todo un mundo cerebral,
caótico
fluidos de ese líquido azucarado
y
salino.
Los
versos van a caballo de tenerte
y
retener a tu boca celestial entre la mía
infernal,
retener
de tu paladar adentro,
y
hacer una esfera de discernimiento.
Ya
sé que apenas puedo retener,
un
táctil infierno de letras pecaminosas
que
te deletrean,
si
decimos carne o sexo…
y
por eso deletreo en verso a esta
espera
que desean dar sutura
en
la oquedad más abierta,
amor,
te siento.
Las
letras capitalizan letras
que
se abren como rosa de mayo,
toda
tu boca desnuda entre mis dedos
penalizan
a la tuya con hilos de suturas…
Y,
sí acopian la levedad de tu aroma
anestesiado
por el mío,
en
esta evaporada rosa blanca,
pulcra
entre tu paladar
y el
cielo nuclear donde un átomo desea ser
iluminado
de nuestras bocas sonrientes
en cualquier
día fijo de febrero,
y
como niña sigo creyendo que el cielo
sigue
estando en tu boca.
2.12.2016
Carmen
Hernández Rey
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extremeña
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