
SIEMPRE
Llego
tarde o demasiado pronto,
-a
veces-
ni llego, ni me entero.
ni llego, ni me entero.
Amar, hoy sé como es, son...
las ganas locas de un amor
de dieciochos años.
las ganas locas de un amor
de dieciochos años.
Tarde
llegó el saber y el deguste de un
amor
que en la tardanza
a
nuevo se presta.
Y,
vienen el sabor de unas manos,
de
un sujetar entre puerta y puerta,
de
aquel preaviso dulce y salado
cuando
una puerta abierta derramada
en
silencio se cierra.
Supe
del tiempo y la tardanza,
de
llegar pronto y a destiempo,
sé
del sentido y de los suspiros
volando
entre costilla y costilla
en
la levedad de sus dedos
debajo
de mi falda y camisa.
Me
cultivé tarde en la temprana
lejanía,
entre
los recuerdos que se dejaron
en
la imagen de pólvora y plata
revelada,
hoy
sé que me amaste como solo
sabe
amarse a los dieciocho,
con
el sabor de películas en blanco y negro
con
las ganas principiantes que aún
no
conocen la palabra amante
con
el fuego de la ternura repletas en bocas
y, en
ese antojo de desgajarse
una
en la otra
con
mimo.
Sé,
hoy sé que me amaste con un lenguaje
-para
mí- de chino cantones,
Me amaste
tanto,
tan a
destiempo
-para
mí-
tan temprano…
Hoy
en la trastienda del tiempo
comprendo,
entiendo la precisión
del
tiempo, estar y llegar
-a
tiempo sin destiempo-
para
amar
con dieciséis
primaveras
en
la otoñal tardanza.
donde
los labios saben que no se hicieron
para
cerrar bocas
ni
tapar dientes
¡No!
ellos
fueron creados para hablar,
el
propio lenguaje del amor,
sin
años que contar,
sin
preguntas que hacer,
en
la lucha titánica de revolver
la
muda estática de una vida muda
y
sin sazón
Nunca
se llega tarde o pronto para el verbo
amar,
para el amor…
para
revolver a la vida misma en este arte
de
amar,

y
retorcer a la propia alma y devolverla
a la
primavera de la vida.
12.10.2015
Carmen
Hernández Rey
®©
autora extremeña
Todos
los derechos de autora
Comentarios
Publicar un comentario