POETA DE BARRO
POETA DE BARRO
es, destino
escribir en esta
eternidad con
pluma encebollada,
ella, fiel a
sí misma, secante del rojo
carmesí es.
Soy, la invisible perfidia que a la verdad
esconde, se cubre de mi suicidio
y de las paganas fábulas,
de las revueltas de estas historias,
que me devuelve a la nada
una y otra
vez, en este absurdo
dictado.
Soy...
La poeta de barro que saliva
arañando,
esta piel de escamas
que nunca serán plumas,
sino migajas
en los descarnados
remos
ilógicos y sin sentido
o noción de ser pájaro,
en este mi
haber de légamo
y lluvia en
cometa
sin altura.
Será mi pluma el vástago eterno
de Sísifo,
un ultimátum eclipsado
eterno y maldito
en esta invisibilidad omnipotente...
Y, no…
no basta,
ni la sed,
ni el amor,
ni la porfía,
ni el celo
que me abrasa en este recomer
de mis letras,
buscando ser el culmen de la poesía,
y tan solo rueda como la piedra
del mito, con
pena
y sin gloria.
Litigo en el
arduo apego
de todos los apegos,
que fabricaron trincheras,
en este nebuloso ascenso
favorecedor donde el viento les sopla
del mismo costado, desde tiempo
inmemorables
Y vaga mi alma en mitad del escenario,
donde la costumbre, ya hizo
literas con palos de gallinero
para gallo que nunca será gallina
clueca ni se manchará de barro
de poeta.
de Sísifo…
dos escalones ya hacen sus escarnios,
en mis heridas, y no…
no es
suficiente altura para las disputas
con las musas, y esta pobre poeta de barro,
que persevera en este inepto reiterar
donde escondo a mis pentágonos dátiles
en el desafuero, de ser piloto
de légamo y lluvia;
...Y...
Basta mirarme
bástame ver
que para ser la amante Sísifo y su absurdo,
hay que aprender a ser buena,
buena
aprendiz en todo
incluso de lo más absurdo
como ser poeta de barro.
27.10.2016
Carmen
Hernández rey
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