-OTOÑO-
CAYO UNA HOJA… Y…
-OTOÑO-
Quizás, no supo la razón,
ni preguntó el motivo,
ni supo ver abril in-marchito
en septiembre,
no pensó el porqué de aquella
no-brisa, de toda
ella,
la superior grandeza
su necesidad de vuelo…
Cayó la hoja, sin saber
la verdad, ni la fuerza de sus dedos
como péndulos ansiando estar
en la rama,
o el sabor y el olor
del fluido nectarino…
-cayó la hoja-
En la en mitad de las estaciones
y los elementos estelares,
no vio ¡No supo!
la candencia en aquellas caídas elevadas
y acompañada.
Cayó, como cae el rea en el patíbulo
del miedo y el desánimo, en la abstracción
de un mundo que llega demasiado
anticipado y aguzando a los sentidos
a punto de expirar
a todo esta creación rara
bella y universal
en la incoherencia de un obcecación
cuando todo fue creado para ella.
No, nunca
supo que abril también persiste
en
septiembre,
que mayo perdura en sus melancolías
y entre sus ramificaciones
y apéndice,
en el peciolo julio exhala
a sus estrellas, y...
agosto,
deja entre su tez
a cada verano entre sus
últimas sacudidas, sí que antes,
mucho antes de que llegue
el otoño, el universo
confabuló
para que ella fluyera en las aguas
de marzo.
La hoja, no
sabrá nunca,
nunca sabrá que dentro de una escarcha
de invierno se divisa en los astros el infinito
sorprendente, y raro…
y, a la vez deleble a todo ocaso innecesario
y prematuro,
por si acaso y por miedo alguna hoja
cae,
cae anticipadamente
sin la caricia de todo los tiempos
y los espacios.
24.9.2016
Carmen
Hernández Rey
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todos los
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personal Cáceres
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