MEMORIA DE MI ÚTERO XVI

EL CLUB DE LAS NO... SUICIDAS

Hay un club, donde todas se conocen, las hay: silenciosas,
tímidas, mudas, dicha dicheras, locas, y hasta parecer algo libertinas.
Se las reconocen a simple vistas, algunas caminan siempre en
zapatillas, otras visten tristes colores, ropa ligeras de mercadillos, de clown
(sin nariz roja), de mujer de buena cuna, y las hay también que viste de DIOR.
(aquí no escapa ninguna)
Nadie que pertenezca a este club de las no suicidas, está al
margen cuando la voz cae en nuca, hasta de espalda reconoces a quien habla, y
el mal que espanta, basta con escucharlas hablar y relatar -sin decir- sus
vidas… Otras solo necesitas leer entre líneas, esperar el ácido cada vez más duro de sus fuertes
ironías.
Os lo aseguro, nadie puede pasar de largo cuando entre
chistes y risas te das de frente con una -no suicida- porque su cara y sus
gentos pone el vello de gallina, y aunque estén contando chistes, ellos te dice
cual es el zurcido del costal de su harina… La forma de reír, es pura agonía,
reír, reír para espantar su mal, (a
propia costa) sin el más mínimo sentido del ridículo, hasta hacerlas pasar por
mujer libertinas… ¡pobre, pobre mujer! estigmatizada de por vida.
Sí, basta con mirar, de soslayo y en un pis pas, aparece una
de cada tres -no suicidas- en este club irónico de la vida, destino sarcástico y
dueño de la piel y sus asignaturas, en este currículo vitae con bombas de
racimos, y repletos de estigmas moabitas, y de rezos a María, de rosarios a la
aurora, de vía crucis para alguien crucificado, en la espera de ser ellas
quienes se caigan de la cruz de los empalados.
Otras pasan desapercibidas hasta que un hielo baila ente
vodka y colas… Ahí, sale -la perfecta no suicida. Acompañadas del vaso, hipnotizan
a la lengua que disparada crece con enjundia, con solo un trago sus amígdalas retroceden y
sueltan el ahogo del día a día.
Sí, en este club de las no suicidas, hay de todo cuanto en
la viña del señor hay… creyentes, ateas, ricas, pobres, cultas e incultas…
mujeres que aprendimos ahogar la calamidad
con: plumas, lágrimas, rezos, chistes, bailes, y el hedor etílico, incluso de todo un poco ¡También!
A más miedo, más subterfugios para que el miedo se haga
invisible, y nos olvide… se olvide de nosotras, la verborrea parece que da
resultado con el miedo, sobre todo cuando están en un club donde hay muchas no
suicidas alrededor, aunque ellas no sepan que pertenecen a este club.
30.7.2016
Carmen Hernández Rey
©® autora extremeña
todos los derechos de autora
foto del muro de
Comentarios
Publicar un comentario