Es
necesario y da igual donde.
Puede
ser en una hoja blanca
de
papel,
en el
mismo rollo del inodoro,
en un
teclado
y, ¿por
qué no? en esa letras llenas
de vieja
estupidez que dicen
lo
contrario, a costa de su propia
acidez.
Para
vomitar vale cualquier papel,
incluso este
teclado, plastificado,
oscuro
que se adiestra a tu huella,
él,
antesala del ánimo acorde
con la
propia voz.
Vomitar,
vomitar se puede, y casi es preferible
antes
que dejar paso a las inmundicias
las que buscarán
-otras vías
para
resucitar en un blanco mayor.
4.6.2016
Carmen
Hernández Rey
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