NO
PIDO PERDÓN

Por
soñar en letras, aún cuando piense
dude,
o acabe especulando en este exterminio
que
se presume de poeta,
Sean,
las incertidumbres sean.
Y,
el desnudo esclavo de mis palabras
esquivas
llorarán la ausencia de mis letras
esclavas,
y amante de ellas.
Hasta
entonces… Me otorgo la posibilidad
de
soñar con nubes volando en manos
de
niñas y cometas, con dedos y llovizna
en
busca de un futuro trajinado en este pasaje
con
carro de estrellas en letras, sin la resignación
en
mi espacio, sentada la regaza sentada
a
la vera de mi camino.
No
pediré perdón por este odre maternal,
que
se reinventó, y hoy no llora cicuta
en
bañera, ahora que cultivo olores
de
amapolas, y me pongo peinecillos
de
juncos… Sí, ya borré la mortaja moribunda
de
mis alboradas, sobre el esbozo bordado
de
mi cama… Por eso no pediré ¡Perdón!
No,
no pasó, -ayer-
no
pasa, -hoy-
no
pasará, -mañana-.
Y
besaré la comisura del pasado con beso
de
una mujer llamada ¡Judas! sobre dejaré el peso
de
un verso con calibre de nueve milímetro
parabellum
y…
-sin
fogueo-
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