"Lo peor de la vida no es sentirte sola, que te hagan
sentirte sola... lo peor de la vida es no haber aprendido a vivir sola... Haber
medido tu cuerpo dentro de la soledad, aprender a adaptar puertas, abrirla y
cerrarlas con una mano sola... Cuando se aprendemos, hacerlo salimos con las
medidas -a tu medida- no con las medidas
extrañas a ti y aprendes a con-vivir sola" poética extremeña
-chrey-

Te bebo en ese último trago,
en la penúltima gota de hielo en cubo,
frío y desecho -te ingiero- deformado
y transformando ese calor a mi paladar,
¡Ya no es igual" ni mi calor ni tu frío
y, desigual es la diferencia.
Con toda mi soledad, bebo a la soledad:
la mía y la tuya,
la de este mundo,
la que nos rodea, infecta y cúbica
con un esténtor espasmódico de ojos
sabuesos esperándonos,
quieren engullirnos adentro
de aquel mundo bastardo...
de soledades foráneas -intuye-
el desliz, y reclama la
caída impertinente,
se yergue, escupe… ¡Te
vi!
dejando ese trago último y profundo
de la urdimbre del forro del verso,
donde todo se descompone,
él, que siempre sabe esconderse
-me delata-
y coloca mi soledad galáctica, en la cuadriga con
herraduras… sin ton ni son, a veces
las medidas, se toma en horas noctambulas,
y anotan números sin bonanzas
o, se recapitula a la edad con dedos
que se van dejando de contar, y para atrás.
Con toda mi soledad, el sol marchó
dejando incrustadas mis alas
en aquel cepo costillas.
20.1.2016
Carmen Hernández Rey
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