DESTIERRO
hizo un hatillo con su falda,
anudo su blusa y con la bufanda
se la colgó de mochila…
Así es, o así parece ser que la tierra
me mira,
digo y me redigo, con ojo tuerto
-quizás para no mirarme de frente-
no sea que le cante, "las cuarenta"
Viajo sobre sus lomos, como parte
de un usufructo,
una herencia mal vendida
esperando que vengan a pedir
cuentas de otras viejas deudas…
Sé que soy parte de aquel hato
mal dispuesto, que la tierra
me lleva porque no sabe qué hacer
ya conmigo,
y cuando digo conmigo, hablo
de ti, o de aquellas otras que también
se sienten -tantas, demasiadas veces-
como burdel en venta.
No hace falta, que me caiga un rayo,
que me nieve y mi coche no tenga
cadenas,
que el agua suba hasta la coronilla
no hace falta que las desgracias
en mí sean…
Cada vez que alguien grita,
es mi grito,
su condena en mi trena
y su daño -mi femenina
pena…-
Sí, feministas porque de enaguas
habla la tierra,
aunque nos lleve a cuesta.
20.10.2015
Carmen Hernández Rey
©® autora extremeña
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