EL GUADIANA
I
Siguen su rumbo...
Se acopla taciturno en las formas
de ese lecho en estío, que me subyuga
Mientras sus pedigüeñas aguas buscan
sueños, otros, de otros
tiempos de lechos silenciados
que ya no reverdecen bajo
por más que él siga presto en la marcha
hacia la mar,
manos robaron sus márgenes
dejándolas secas de su lluvia.
II
Apremia al mismo reloj rebuscando
en el tiempo que le queda
para ser espumas salinera,
sal voluble a medias
entre
gotas de rocío, de nube y marina
marea...
Mi rio es esquivo y esconde
su cara a poco de nacer,
como si le diese miedo caminar
se esconde en curso.
III
A tientas fluye bravo y silencioso
retornando a la belleza de la tierra
que le coge con cariño, él
es el rio más bello del mundo
¡Mi río, sabe de jácaras!
burlón juega con mi hoyuelos
cuando le miro,
en ellos se reconocen,
me hace guiños,
en las plateas irreverente
que nos observan
envidiosas cuando nos miran.
IV
Me sueña como le sueño,
me llora como le lloro
cuando le siento y me siente
vencida, en el estío,
sin la parte donde las aguas
mecen los versos, aquellas palabras
grises de alba,
las perlas de cantos finos,
ellas que duermen bajo
los puentes Augustos,
y de Palmas,
Mi rio transita villas romanas,
pueblitos pequeños
casi vacios,
ojea de lejos las Percianas
niñas,
pinta de verde a los Almendros
lejos con sus aguas en las nubes.
V
Guadiana largo y transitable
a veces ahogadizo, escurridizo,
así es mi rio...
el que fluye por mis venas,
el que canta en mi garganta
desbordándose,
calándome esta luna en tocata
y fuga, él me deja
en esta noches su abecedario
de letras,
de silabas, y verbos en vena
garabateando en mi lengua.
VI
Mi río se descalza bajo el puente
donde las golondrina de alas
rotas esconden el frio
de la estepa,
deletrea la canción del pirata
de Espronceda,
le quita el parche del ojo
y presto borda un ala de golondrina
nueva...
para que cante la canción
del bucanero, la haga cruzar
el mar, sin cantos de taciturnas
sirenas.
VII
Mi río apacible y sosegado,
calmoso y escurridizo
peina el tiempo
en las cabelleras de musas,
con sus branquias respira
deidades en retiradas,
y bajo las aguas y en el peculio
del río,
despide al sol revejecido
antes de que las bardas
se coloreen en la puesta ágil
del curso entre sus puentes
mozárabes y sus damas torretas,
abogadas de nubes
y lagrimoso légamo,
casi quieto,
casi mudo,
de las pilastras
a medio desnudar.
VIII
Aguas de las fuentes que corren
en guiños por las calles
y montañas camino
abajo,
garantía de ese idilio
del sol en crepúsculo,
de un cuarto de luna
en creciente
bifurcación de arremolinadas
tú mi rio Guadiana,
me dejas en las inclemencias
de todas tus caras bellas,
con el gusto de auscultar
la belleza de tus fondos
sin olas,
pero perfecto en su camino,
mi río.
11.9.2014
Carmen Hernández Rey
©®autora extremeña
todos los derechos de autora
foto de la Web
Comentarios
Publicar un comentario