MEMORIA DE
MI ÚTERO

XIII CAP. LA
TERNURA NO ES MARGINAL...
No logro
apartar el ruido que busca trepanar mi cerebro, que entra por mis ojos, se
adueña de mi cerebelo, y me corre hacia abajo
buscando herir la parte más humana de mi cuerpo...
¡Despierto! Despierto de
este letargo soporífero, y dejo caer sobre este suelo sucio a mi carne, esta
carne insensible... Dejo desnudo a mi útero le escucho, dejo al descarnado
corazón perforándose dentro de útero... oigo gritos buscando la TERNURA DE
MIS HIJOS.
Me recreo en
ese pensamiento del que fui alguna vez, insensible para recordar ¡Pienso! y sé
que, nacemos y nuestro cuerpo es tierno y los huesos
son flexibles, tanto que la primera vez que coges en brazos a ese ser nuevo,
recién nacido a la vida, intentas cogerle como si fuera una Rosa seca guardada
en esas hojas blancas, o en ese libro preferido que guardas como uno de
los mejores tesoros…
Recuerdo ese
momento, de Coger ese cuerpecito frágil... ¡Le hueles! su cabecita, sus
manos, a toda su piel aún arrugadita, pero tan suave como aquellos pétalos
de rosas antes de secarse, tiernos como la belleza de las palabras y
los recuerdos de quienes palabras entre pétalo y hojas.
Hueles todo,
le hueles enterito, a su cuerpecito, y ese olor te acompaña toda la vida,
y aunque pase 30 años, cuando tu hijo o hija se acercan a ti,
prevalece ese primer olor a todos los innecesarios y sobrantes esos que vas
adhiriéndote, y adhiriéndoles -sin necesidad- pues camuflan el olor a
la Ternura primigenia. Él es el olor, olor a una misma el regalo que ha sido, y
se hace partícipe, tiempo y vasija el recipiente, el cofre más perfecto
para su vida.
Y esa
personita te recuerda a entrañas, a tierra mojada, a savia que mezclada con
olores de la madre naturaleza van componiendo un mapa en tu
pituitaria, nunca más sabrás de donde vienen esos olores,
te abandonará por muchos años de vida que tenga, siempre recordarás aquel
primer olor de esa personita que ha nacido de ti…
Son
olores desconocido, nuevos que escapan a la razón pero que te impregnan
a todos los sentido, y en tu hogar se hace imprescindible, sin él no es
casa, no es útero no se concibe el hogar una vez que has olido ese ser nuevo y
maternal que nos nace desde la Ternura.
No hay olor
que se equipare al olor del ser recién nacido, ni ternura que supere esta
terneza, la que te hace llorar de alegría, de gozo, de miedo y de sensaciones
que son difíciles de explicar, ponerles nombres, escribirlos en papel cuando
por primera como mariposas te posas sobre la delicada piel de tu hijo recién
nacido...
Y crece que
esta terneza primigenia corporal y sensitiva, junto a sus
primero pasos, tambien ella va formándose a la vez que sus
huesecitos, van forma parte de la costra dureza ósea, sin darnos cuenta que la
Ternura quedó en la médula… Nuestras emociones se viven más, desde ella pasa
a la piel, la córnea, la ternura es todo, y es ella la que nos hace
sensibles emocionalmente...Adaptable y maleable crece como el cuerpo que la
alberga, coge fuerza sin rigidez, de ahí que la debamos reclamar desde los
recuerdos primeros, aprendernos y aprender a relatar, que es la ternura desde
nuestros primero pasos y encuentros con la naturaleza, quizás... ¿Hay algo más
tierno que incorporarnos dentro de ella, hacernos enmudecer cuando ella resuena
en nuestro interior, en ese recuerdo y vivencias?
“Sana, Sana
culito de rana, que si no sanas hoy sanará mañana…”
todos los
derechos de autora
foto del muro de
Carmen Facebook
foto del muro de
Comentarios
Publicar un comentario