DE SEIS HORAS

No quedo.
Piel ni saliva,
de Alejandría rosas...
ella boca en consejo,
desecha la sal en ella,
desbordada en tu pecho
la oquedad que me da
forma.
Hora sexta en mi sien
tu boca llena de mis
minuteros
y no quedó...
un segundo de las seis
horas,
que a ti me supieran.
Todos aquellos legendarios
micros teoremas,
de las seis horas,
y quedaste en la espera
de
-reverdecer-
cual primavera en mi atalaya
de nostálgico y arrodillados
sueños en las
las pleamares de tu fuego
Nada quedó de aquellas
seis horas que no fuesen
tu pulso entre la coma
de la sexta hora.
5.5.2014
Carmen Hernández Rey
©® autora extremeña
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