III. Cap FUEGOS DE ARTILLERÍAS
La nada... Fue dejando sus turbiedades... Eran algo más que motas de sal, gotas de agua... Eran sosa cáustica desechas por aquel fuego de dentro afuera, transparente líquido que se iba deshaciendo y cortando... multiplicándose a la paz de mis dudas.
Dardos certeros en mi lagrimales, sátiras demoledoras interpelaciones
en ráfagas de "baja-uterina y alta-cabeza" en pura y dura artillería...
A discreción fue llegado el fuego, legión era su nombre...
en tan pequeño campo ¿Quién huía, por donde indemne mi razón uterina saldría?
Intención hubo, escapatoria ¡Ninguna!
De blanco puse a mi memoria, virgen hasta ese día, que no
quiso nunca romper el himen que la hiciese más que ofrenda guerrera en horas
más propicias... Mujer con fusil, mujer amazona sin pecho y con el fuego en sus venas...
Quien puso alambres de espinos, quien no buscó la fiel trinchera, el bunker perfecto, para aquel mi cuerpo a sola y en tierra.
Tapé mis oidos, mis manos cubrieron mi vientre... dolor de útero, dolor de frente... dolor en pecho... Y ellas las preguntas dirigidas por pentágonos y serpientes, aviones sin tripulantes, drones con GPS y un destino previsto... mis miedos tan inconscientes, de un corazón en declive, una vida en bancarrota... y la
historia lapidada en un caos cósmico y diluviano en arca que no buscaba más que encontrar un hueco para esconderse de la nada, y oler...
Oler por un segundo a una rosa... aunque fuese una rosa de Alejandría.
Mi prioridad escapar, ellas agarrarme por la nunca... ¿tú y tus quimeras? ¡Decian!
jajaja... ¿Tú y tus glosas? ¡Gritaban, maldita ilusa!
Tú y tus sueños... jajaja... aquí no hay ni olivos ni palomas...¡¡¡nada vuela...!!!
Por no haber no hay... ni espinas que te digan que más arriba está la rosa,
esa que un día tú fueras.
4.4.2014
Carmen Hernández Rey
©®autora extremeña
La nada... Fue dejando sus turbiedades... Eran algo más que motas de sal, gotas de agua... Eran sosa cáustica desechas por aquel fuego de dentro afuera, transparente líquido que se iba deshaciendo y cortando... multiplicándose a la paz de mis dudas.
Dardos certeros en mi lagrimales, sátiras demoledoras interpelaciones
en ráfagas de "baja-uterina y alta-cabeza" en pura y dura artillería...
A discreción fue llegado el fuego, legión era su nombre...
en tan pequeño campo ¿Quién huía, por donde indemne mi razón uterina saldría?
Intención hubo, escapatoria ¡Ninguna!
De blanco puse a mi memoria, virgen hasta ese día, que no
quiso nunca romper el himen que la hiciese más que ofrenda guerrera en horas
más propicias... Mujer con fusil, mujer amazona sin pecho y con el fuego en sus venas...
Quien puso alambres de espinos, quien no buscó la fiel trinchera, el bunker perfecto, para aquel mi cuerpo a sola y en tierra.
Tapé mis oidos, mis manos cubrieron mi vientre... dolor de útero, dolor de frente... dolor en pecho... Y ellas las preguntas dirigidas por pentágonos y serpientes, aviones sin tripulantes, drones con GPS y un destino previsto... mis miedos tan inconscientes, de un corazón en declive, una vida en bancarrota... y la
historia lapidada en un caos cósmico y diluviano en arca que no buscaba más que encontrar un hueco para esconderse de la nada, y oler...
Oler por un segundo a una rosa... aunque fuese una rosa de Alejandría.
Mi prioridad escapar, ellas agarrarme por la nunca... ¿tú y tus quimeras? ¡Decian!
jajaja... ¿Tú y tus glosas? ¡Gritaban, maldita ilusa!
Tú y tus sueños... jajaja... aquí no hay ni olivos ni palomas...¡¡¡nada vuela...!!!
Por no haber no hay... ni espinas que te digan que más arriba está la rosa,
esa que un día tú fueras.
4.4.2014
Carmen Hernández Rey
©®autora extremeña
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