MEMORIAS DE MI ÚTERO
II. cap. LA NADA
Ella, como un estado superior
calándome hasta la médula, fue dejando paso aún frio viejo y arcano, que se
mezclaba con aquel deseo de salir corriendo, y la nausea que me devoraba. Era
como si la nada hubiese crecido en medio de aquellas escenas que se asomaban
queriendo entrar por aquella ventana desquiciada, sin cortina, en aquel inmenso
espacio crecía por para hacerse al momento más pequeño y tenebroso, parecía que
jugase conmigo hasta escoger el momento oportuno para devorarme.
Así, pensando que la nada era
superior a todo, mi consciencia fue tomando parte de aquella soledad maldita...
Y mi miedo físico fue dando paso a un miedo superior... Y quise cerrar los
ojos, recordando una mañana donde el sol fuese el astro...Sol... de poner un
solo stop, o quizás un paso de peatones con semáforo en verde a esa luna
oculta, rellenar la belleza en todo ese vacío en la desembocadura de la nada,
esa infiel que me hizo beber un jugo verde.
Intento recordar el momento por
donde el miedo se esfumó, y la oscuridad fue perdiendo su tétrica angustia, y
los truenos enmudecieron. Ahora era el bosque quien estaba en medio de mí y no
al contrario... Ni siquiera los veintes caminos de acceso a ese campamento, ni aquellos
focos de coches perdido o bien encontrados y que llegaban para marchar en menos
de media hora, ellos alumbran mi
estancia, pero el miedo tenían un sabor muy diferente a cualquier temor venido
de fuera de mí.
Por un instante salí de mí, y
fueron aquellas extrañas personas las que me hizo preguntarme qué hará que una
persona haga kilómetros en medio de una noche como esta
¿Qué hará que una persona haga un
montón de kilómetros y una noche como esta a un lugar, a kilómetros del pueblo
más cercano?
¿Quizás unos amantes, algún loco enamorado?
Unas lágrima rodaron por mis mejillas y un llanto silencioso me fue dejando un
resquemor y melancolía...
Cuánto años sin sentir un fuego en
el corazón, un osado atrevimiento, Cuantos?
La nada... se hizo paso otra vez en
mi mente...abrió sus venas en mi corazón, y despacio dejó caer como artillerías
pesadas, una dura afirmación ¡Sola estás en medio de la nada, siendo nada...sin
importarle a nadie nada!
3.3.2014
Carmen Hernández Rey
©® autora extremeña
Todos los derechos reservados de
autora
Comentarios
Publicar un comentario