ENTRE LOS SIGLOS

conciencia,
en la eternidad de
los siglos,
querrás y no
-permitiré-
no,
un tiempo
-a ese-
reloj.
Ni siquiera, a esas
manecillas
que den vueltas
y vueltas sobre
mi conciencia
-una vez y otra vez-
y no daré
un credo a los
credos,
ni un rezo a las
letanías
ni una cruz a las
cruces,
ni por un
-Cristo vivo-ni muerto pondré velas para mi
entierro,
escanciare en mis
carnes
esencias de romero,
ni urdiré la trama
de santas sábanas
con mis desechos,
no levantaré tapias
entre mis pies,
o cavaré tumbas,
y de mis huesos
-besaré-
calavera alguna.
mía, mira tú,
con quien te la
juegas
y...
ya bien
-tú sabes-
me sabes y conoces
mis nombres
y recorres mis
calles...
-no soy-
ni Marta, ni María,
que perdí en una
esquina
a Lázaro y sus tres
días...
-cierra tu nariz-
y
no huelas carne
aunque
la tenga medio
podrida,
ya tú sabes
como yo sé...
que de santa poco
y que...
-muerta seré-
algún día
muerta pero no muerta
vencida.
Alma que no silencias
a siglos sin la
casuística
de eternidad
conmigo
-mal avenida-
en credos
o de rezo sin lunas,
perpetuaré
-perpetuaré-
a tu no buena o mala
conciencia,
entre lienzos y
gramos de incienso
y mirra
oro para los
-ungüentos-
de una tierra santa...
Aquella que no anduvo
fue o dejó de ser...
luz de luna
agua de mares
sal de la tierra
mujer no nacida
Carmen Hernández Rey
©® autora extremeña
todos los derechos de
autora
foto del muro de
Maria Torrelodones
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