
Tampoco tienen navidad.
Ellos maúllan, y se preguntan
¿Por qué la luna amanece
sin luna?
y las tejas, ¿Por qué pasaron
de ser rojas de barro cocido
a ser fanático cinc...
¡Son así violentas y ardientes!
en los veranos,
¡Fanáticas y heladas!
Por navidad!
Los gatos tampoco tienen
navidad...
Y, pasan maullando de contenedor
en contenedor, buscan,
buscan, las raspas de otros sueños,
y encuentran,
el olor a piscifactorías,
esas vomitivas pangas,
el salmón de corrala
y ese demoniaco olor
¡Amoniaco, vaya por dios...!
demontre de pescados,
de la gran superficialidad...
¡Ah! Donde fueron aquellos
esqueletos de sardinas,
con gusto a carbón y cebolla
cruda, su perejil y ajito
¡OUAAAAAA!
¡Miauuuu!
¡Aaauuu!
Cómo añoro aquellos besugos
de aquel tiempo cuando era
Navidad,
¡Raspas sin cubos,
quizás algunos de lata,
¡Eso sí...!
Sin bolsas de plásticos,
estos que dicen polietileno de,
baja o alta pobreza y miseria
viscosidad.
Ahora que los gatos no tienen
navidad, recuerdo...
que hubo un tiempo
donde los mininos comían
en aquellos platos veteranos
de porcelana,
arrimaditos a los pies
de aquellos niños
que también tenían
platos con sabor y cariño,
reyes y navidad.
18.12.2013
Carmen Hernández Rey
©® autora extremeña
derechos reservados de autora
foto del muro de Monica Ivulich
P.D:Hoy hay animales con más derechos que los niños,
collares de diamantes y cuanto queramos decir,
pero no son nuestros animales...
son apéndice de nosotros mismo.
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