
Por suerte mi querida
Miki, -gata roja- acá también sigue siendo sábado... dentro de un par de horas
curro, pero antes... unos minutos para vos.
Y empiezo con Delmira
Agustini, que dice así...
"Y hoy río si tú ríes, y canto si tú cantas;
Y si tú duermes,
duermo como un perro a tus plantas!
(Delmira Agustini, (El
intruso", 1993, 168)
Y sigo con Giovanna Pollarolo que nos dice..
"Yo jadeo por
ti.
Pero callo
sé que me
despreciarías
como a una perra
pegajosa y babeante
que no deja de mover
la cola
la lengua afuera
cuando llegas;
que se orina en las
alfombras
cuando presiente una
caricia"
(Giovanna Pollarolo,
"Primera declaración de la esclava", 1997, 81)
Y cuando queremos
versar, ¿A quién proponemos en el verso... ¡Acaso! No somos en las palabras:
Sujeto activo como autora de los hechos... Y a la vez, sujeta pasiva, víctima
de los hechos. Y como dice Susana Reisz
¿Quién habla en el
poema... cuando escribe una mujer?
Hoy, revolucionado el
mundo donde el vello es feo...¿Cómo podemos ser hoy, mujeres? Mujeres que
revolucionen todo cuando casi todo está inventado, ahora que hemos perdido el
vello púbico con las foto depilaciones, y sin hablar de los piercing en: el
clítoris, su prepucio... y los labios... Quien quiere hoy ir al Vaticano y ver
la Capilla Sixtina...
¡Válgame dios! Si la
Capilla Sex... de cualquier GATA, vale más que todas las bovedillas y sus
pinturas, esas que valen ni llegan a cupular por mucho las que las mires-para
redimirlas- por todos aquellos orgasmo que se perdió el artista... Redimir los
sentires, los gemido de gatas, de hombres que se sienten Ángeles con su
pluma...
Así es mi querida
Gata, como hoy sábado nos levantamos después de una noche, de mirar y remirar
los tatuajes que mejor guardados están y aquellos que a los ojos nos blindan
para que no miremos cuadros de gris pinturas...
¿Será por eso que
hilo palabras?
de esta incesante
lucha por poseer tu espacio,
ser dueño de tu boca,
amo de tu paisaje,
propietario del
bosque de tu pecho
y depender de ti,
esclavo de tu aliento,
devoto siervo de tu
antiguo nombre
molde para tu oro,
tierra para tus flores de cilicios.
Y así, mientras
ahondas los muros de mi boca
con la lenta carroza
de tu lengua,
saliva enajenada,
plomo que me envenena la garganta,
y me unges con el
óleo caliente de tu muerte,
con el bozal
enamorado de tu sexo
ser el perro sumiso
que defiende tu vida".
(Hilario Barrero,
"Cors e cor", 1999, 16)
15.12.2013
Carmen Hernández Rey
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