EL GATO Y LA NIÑA...

Caminaba escoltada por su gato
negro, hasta la misma puerta...
de la escuela,
gato guardián y fiel escudero
de los temibles empedrados,
caminaba a tres pasos de la niña
y le maullaba cada vez
que divisaba con su bigote
al señor del carro y su "platero"
pardo vendiendo
carbón.
Con las bicicleta, el felino era fino
avisando, y en seco se paraba
oteando, en punta sus orejas
y mostachos
las uñas por la niña
apuntando...
Ella, le miraba con ternura,
se paraba y rascaba entre
sus orejas,
le tusaba el pelo, desde arriba,
orejuelas abajo,
hacía la punta del rabo,
¡Ay! Ese rabito largo tan salado...
Él subían alborozado una pata
queriendo
dar un salto,
encaramarse en sus hombros,
o dejarse dormir en su regazo.
No hubo un solo día de aquellos
cortos años del gato,
que no fuese caminante
recorriendo el camino
de letras y pizarra en mano,
juntos niña y gato
ambos cantando por el tejado
de los sueños
a los sueños ambos
maullando.
Él cada día espera a la niña,
ella que sonase el silbato...
y volver juntos
entre salto
y salto, cantando canciones
de un lejano diccionario...
En vez en cuando y ajenos...
escuchaban
¡Ahí va la niña de los ojos grandes
y su gato...!
Hoy después de pasado
cincuenta años...
la niña espera en la esquina,
y mirar otra vez el camino
donde dejó a su gato
sin encontrarlo...
A sus pasos doblando a ese sueño
donde durmieron el maullido
del gato negro,
él que era el guardián
de sus pasos y cantos.
7.12.2013
Carmen Hernández Rey
©.® autora extremeña
todos los derechos de autora
foto tomada del muro de Paula Vicens Bonet.
pintura de Mariana-Kalacheva-paintings

Caminaba escoltada por su gato
negro, hasta la misma puerta...
de la escuela,
gato guardián y fiel escudero
de los temibles empedrados,
caminaba a tres pasos de la niña
y le maullaba cada vez
que divisaba con su bigote
al señor del carro y su "platero"
pardo vendiendo
carbón.
Con las bicicleta, el felino era fino
avisando, y en seco se paraba
oteando, en punta sus orejas
y mostachos
las uñas por la niña
apuntando...
Ella, le miraba con ternura,
se paraba y rascaba entre
sus orejas,
le tusaba el pelo, desde arriba,
orejuelas abajo,
hacía la punta del rabo,
¡Ay! Ese rabito largo tan salado...
Él subían alborozado una pata
queriendo
dar un salto,
encaramarse en sus hombros,
o dejarse dormir en su regazo.
No hubo un solo día de aquellos
cortos años del gato,
que no fuese caminante
recorriendo el camino
de letras y pizarra en mano,
juntos niña y gato
ambos cantando por el tejado
de los sueños
a los sueños ambos
maullando.
Él cada día espera a la niña,
ella que sonase el silbato...
y volver juntos
entre salto
y salto, cantando canciones
de un lejano diccionario...
En vez en cuando y ajenos...
escuchaban
¡Ahí va la niña de los ojos grandes
y su gato...!
Hoy después de pasado
cincuenta años...
la niña espera en la esquina,
y mirar otra vez el camino
donde dejó a su gato
sin encontrarlo...
A sus pasos doblando a ese sueño
donde durmieron el maullido
del gato negro,
él que era el guardián
de sus pasos y cantos.
7.12.2013
Carmen Hernández Rey
©.® autora extremeña
todos los derechos de autora
foto tomada del muro de Paula Vicens Bonet.
pintura de Mariana-Kalacheva-paintings
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