MEDALLAS

Mi querida Miki, haces que me retroceda al tiempo en el cual
ni Grecia existía, aún menos aquellas medallas... Recuerdo que al principio de
ver una vuelta ciclista por España, y escuchar los comentarios de quienes
retransmitían estas, oía decir "Pedro ha vuelto a escaparse en el km
tal" Yo me quedaba callada y no preguntaba nada... desde pequeñas nuestros
padres nos enseñaron a no preguntar, bajo los argumentos de ser mal educada y
no estar bien en mi edad, (por lo visto era muy preguntona)... años después supe
el por qué estaba tan mal visto eso... ¡Claro! Cómo darme una medalla, después
si hacía preguntas que ni ellos ¡Pobres! sabían argumentar o descifrar... A
ver, cómo ellos me podían explícame, las preguntas de niña impertinente
¿ Por dónde hablaban aquellas personas en la radio, donde se
esconde, y un caballo está dentro corriendo, y los tres cerdito cómo hablan?
¿Pero... pueden entrar dentro de una caja de radio tantas
personas, cuando quitas el enchufe donde van...?
¿Por qué yo me asomo a una TV, y no salgo?
Por qué sabe el buzón donde va la carta de mi tío Antonio?
Por qué se comieron a mi pobre gato?
¿Quien les explicaban a ellos todo cuanto yo les preguntaba?
Ronald D. Laing psiquiatra escocés, decía que la persona
debe aprender a romper el útero materno... escribió sobre el núcleo familiar y
dijo acertadamente... “La sombra de la familia oscurece la visión del
individuo. Hasta que no se logra ver a la familia en uno mismo, no se logra
verse a uno mismo ni a ninguna familia con claridad”
Qué bueno es aprender y desaprendernos dentro de ese núcleo
familiar, y por lo tanto también poder rebobinar-nos en muchas ocasiones o como
se hace con el ordenador Resetear la memoria cual iphone
¿No aprenden aquello que de verdad nos aporta una enseñanza
que nos ayude a superar nuestra carrera, nuestra olimpiadas. A que seamos
nosotras mismas nuestras medallas?
¿Da tanto, miedo, hacer maletas, viajar y emprender viajes
sin metas?
Fallar en un primer intento, cuesta tanto el fracaso que
necesitamos que la vida siga alimentada de cuentos de príncipes sapos,
princesas envenenadas... madrastras que despellejan... niñas tontas que se
suicidan o la suicidan... niños que se meten en casas de chocolates...
garbancitos que el bosque se comen sus migas de pan-sustentos, caperucitas que
son abusadas por lobos, a pesar de sus buenas acciones de miel y queso para la
anciana abuela.
En fin creo que cuesta tanto ser una heroína en la propia
vida, sí aunque seamos eso mismo en una arruinada vida propia. Pero que regusto
ser eso
dueñas de la propia vida.
Te quiero gata... y con miedo sigo haciendo maletas y
viajando...
14. 10.2013.
Carmen Hernández Rey
© autora extremeña
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