Has derrotado el olor del llanto
saboreado
lágrimas arrojadas
de una
solitaria
trinidad,
territorial
soledad única
y maldita
en los
aterciopelados pétalos
de los flacos
de mis rosas,
en mis
corolas descoloridas
y marchitas,
tú besos se
injertaron en el rosal
de tallos sin
savia,
y espinas al
rosal de tu boca
rosal de rosa
sin espinas
y vida.
a mis labios con los enjambres
de tus mieles,
susurrando en mis cumbres
litigante,
de deseos, panes y melazas,
deseosa de ecos de los diez mil Jenofonte
“¡Thalassa! ¡Thalassa!”
en estos ojos locos, esta boca loca
que te nombra a cien años
luz en la esperanza de mis días,
y en verdemar de mis sílabas
ellas lejanas,
tan incipientes
tan inseguras…
aritméticos de la malva rosa
en costilla cosida.
Has besado el novilunio de la rosa
en el rosal alboreo de salitre en fuga.
5.9.2013
Carmen Hernández Rey
Autora extremeña
Foto subida del muro de
*¡Thalassa! ¡Thalassa!» («¡El mar! ¡El mar!)» obra
Anábis de Jenofonte. Les quedaban aún 1.000 km por recorrer
Carmen Facebook
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