un cancerbero sin bozal
fijo esperaba,
a que osara poner un
pie en la puerta…
Boca entreabierta, sentado
en la tierra húmeda del salivar
de su boca.
No había mariposas vole-tea-ndo,
ni verde hierba que le hiciera
sombra,
un caracol pasaba cercano,
allegando se cerró sobre su concha,
sin mirar...
pasó, pasó muerto en la sepultura
que le dio vida, fiel y última
sombra
Me detuve a mirar aquella puerta
sin llave,
aposento del cancerbero guardián
de muerte sin llave,
en la espera osada de una mano
en el crujir de la manilla
de la puerta sin aldaba...
Miré la puerta, miré, miré…
de largo asentí el dolor
que aún aprieta.
Quité del corazón
el hueso diplomado…
delante de los ojos del cancerbero
dejé la llave que mi corazón
un día puso anestesia,
y en la humedad inyectada de
la muerte sin miedo, dejé...
el sí de un puedo.
13.9.2013
Carmen Hernández Rey
©autora extremeña
Todos los derechos de autora
Foto subid Sophie Wilkins.
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