¡AY!
Tan así, se fueron
ellas
díscolas, abstinentes
como
si nunca hubiesen
existido
en mi cabeza.
Las que daban luz
cegando a mi noche,
las que hondeando se
sujetaban
inquilinas,
gatas maullando
bajando por mis
tejas,
patas almohadilladas
horquillándose
de mí, tan
enamoradas, ellas...
flirteando en mis
letras,
jugosas nenúfares
en las nubes de mis
duermevelas.
¡Ay!
Calle abajo fueron
calzando a las rémoras
de mi memoria,
moradoras sin
nombres,
calles sin títulos,
al guarismos sin
timbre
de ninguna puerta
que diga mi nombre
apellidos
ni el ritmo de mis
venas.
10.9.2013
Carmen Hernández Rey
autora extremeña
Comentarios
Publicar un comentario