
Iguales, y
sin embargo no lo son,
¿Verdad?
Todos los meses de agosto tienen
un dieciocho sanguinario
fatídico,
obscuro y gris,
sin luz de
primicias,
sin reloj al
que se le pueda devolver
aquellas
horas,
o dar
nuevamente otra vuelta
de cuerda a
su minutero,
que mis dedos
le pongan otro ritmo
cardiaco, sin
derrama de linaje.
Irremediablemente,
se acaba una hoja
más de un
calendario de estatua de sal,
sus meses
quedan agostados
y sin remedio
obstruyen a otros
venideros.
Y termina en
un sinfín de retos inconclusos
sin
solventar,
cumpleaños
sin velas y festejos
convites por
celebrar-te…
Este mes sella a mi alma
en la
búsqueda insigne de las miradas
de los
ciparisos,
y te llora en
lugares donde no te sé
porque es
imposible imaginarte
en un lugar o
espacio
que no me has
descrito,
ni antes, ni después
de tu partida,
¡Nadie! la
representó en la línea
de sus manos, ni vino a confesarme
o dar
consuelo en un trazado insigne.
Mis pasos
vuelven a dar vueltas
a un lugar,
que no quiero visitar
porque me
repele,
mi vista
quiere trepar más alto
de aquellos muros…
Despacio y a pesar de todo
me lleva el
camino, porque
tiene aquel
último resto
de ti, y por
eso le beso y huelo
a esta
tierra…
Postrada en ella, te sé
ahí…
28.8.2013
Carmen
Hernández Rey
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