LA MAR NO NECESITA

Espantapájaros dibujados
en su infinito de azul y verde
pradera,
ella es agua limpia sin vidrio,
sin botellas,
ni tapón
ni abrazaderas de lentejuelas.
¿Dime quién, quién logró?
vestirla de franela,
o pantalón de pana,
¡Quizás! Camisa de viejas
rayas,
y, quién, perímetro su cabeza
para enjuiciar un sombrero
de ancha ala donde la luna
no quepa, ¿quien?
Obtuvo el permiso absoluto
para enjaularla,
pedernal en carne de maleza,
cerrados ojos en los fárragos
y ciegos limbos,
de las hermenéuticas,
risa sin gracia,
miel sin hojuelas
días que nacen si mareas,
arena muerta de tristeza.
¿Aún no habéis escuchado
la voz de ella?
La que tiembla en su lecho uterino
profundidad de conquistadas
mareas,
agua y hacienda
roca y coral s
para nacerse ambas perlas
blancas y negras,,
piel roja, rosa palo
irisadas gemas dientes
de damas sirenas.
¿Dónde está los castillos
de esos espantapájaros de arena?
¡Ay! Mar tú primorosa agua
rosa de viento,
como duele que no te sepan…
Pobres y turba de espantapájaros
de nariz silente que saber
no saben ni te huelan,
viejos encéfalos de sombrero
que mueren sobre el torrente
de un tiempo, que mece
a un reloj sin espera…
Tú eres mar, esa mi sonrisa húmeda
en la diáfana y noche donde el coqueteo
se hace agua y arena,
nunca grato para castillos
o espantapájaros de arenas,
porque no te lloran
no te tienen
no te atisban,
sus
ojos no salan a la sal
de luna, sol
y estrellas en estos ojos
de la tierra.
Carmen Hernández Rey
©autora extremeña
Todos los derechos de autora
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