y él se fue buscándote....
Tantas horas, tanto minutos, tanto segundos
de ti huérfanos,
¡Ay! Tanto rato,
sin hablarnos ni preguntarte
¿Qué tal, hoy, hizo calor en el campo?
Millones de centenas de lágrimas
haciéndose estrellas por tus ojos
en el firmamento que te cela,
San Lorenzo anudándolas
en lo alto de agosto a julio.
Es tiempo de cosecha tú
¡Bien lo sabes!
Tiempo de abundantes mies,
de tus rica manos.
Solo quedo todo sin ti,
porque una tarde, en la hora
de valientes floreciste
ya el terruño pardo para siempre.
Te fuiste en la hora de siestas
de un sueño ligero y convulso,
marcaste del reloj otro ritmo...
Y
él no supo retenerte...
¡Como tampoco yo
supe!
ni supo el arroyo sed, de tus pisadas.
ni aquellos tus viñedos maduros ya
en puertas de la torva.
Nadie supimos o estuvimos
al quite de tu viaje eterno.
¿Por qué nadie te brindo
la navaja de plata?
la que recolectaba el jugo
en los racimos del oloroso
emboque de las parras
para cortar el hilo no deseado
¡Seguro que no lo hubieses
rechazado! Hoy, ella, el campo,
los caminos que transitabas
cantando sobre tu carro,
todos... Son de ti huérfanos,
como yo desde aquella fatídica
tarde.
El reloj perdió su memoria,
y sigue de viaje buscándote...
Para retomar a tus segundos en millones
de estrellas,
por eso vuelven en cada aniversario
sabiéndote y oliendo a vida,
dibujando en el cielo tu nombre
trazando tus brazos,
allí donde te sabían
fuerte en la brecha
del día a día mi querido
y buen padre.
18.8.2013
Carmen Hernández Rey
©autora extremeña
todos los derechos de autora
Foto propia
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