A LOS LIBROS AMO
los mares que llevo
en mis entrañas,
descerrajando a los cielo
desprovisto de dioses
benéficos, y que me maldicen,
condenadores y butroneros
del seol en mi cabeza
y mi cuerpo los amo...
¡Amo a cada una de sus letras,
sus tildes y sus comas!
Porque revientan los esquemas
y las esquelas funerarias,
muelen en polvos seco esos huesos
desprovisto de viva carne
sacan a flote, la luz de las cavernas
¡Ellos! ellos son los Prometeos
de los Olimpos en mis manos...
Con sus páginas siempre impolutas,
sobre mi imaginaria alma siempre
ellas son blancas, esperándome
en la perla escondida de la palabra
libertaria.
los que fueron escritos sin talonarios
usureros de basura barata,
sin la copia y pega de negros
y dueños tendederos...
esos y estos libros anónimos,
porque ellos me despojan del reino
usurpador de cielos,
acarreadores de viejos mapas,
de la amamantadora historia
concebidos úteros con la verdad
innata.
del poema,
del verso
de la oda
de la elegía
aquellas que denuncian,
y delatan,
las irreverente patrañas,
los osados recuerdos,
las soledad sin pleitesía
cuanto escritos incendian
a los extramuros,
las “millas de oros”
las lágrimas pura y santas.
Beber las palabras,
de la vida lo más ínfimo
me hace sentir, esa…
la mujer que versa, lee y habla…
¡La persona no grata!
Ingrato mundo, finita vida,
Rencor al saber con faldas
muerte silencio
dolor de mujer,
siempre seremos de otra casta,
las parías,
Pero hechas de otra “pasta”
porque ellos hicieron a la niña
que me clama,
la que leía a escondidas,
sin saber reconocer a las subterráneas
palabras,
las que me siguen y fluyen
en este manantial de mi alma
amo a los libros que echan
humos cuando relees
sus palabras
8.7.2012
Carmen Hernández Rey
© autora extremeña
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Foto del muro de Atrio. ORG
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